miércoles, 14 de noviembre de 2007

graham

Su dolor hería mi propio dolor: volvíamos a revivir otra vez la vieja rutina de herirnos el uno al otro. ¡Ojalá se pudiera amar sin herir!...La fidelidad no es suficiente, yo había sido fiel a Anne, y sin embargo la había herido. La herida se produce por el acto de la posesión, somos demasiado pequeños en cuerpo y espíritu para poseer a otra persona sin orgullo o para ser poseídos sin humillación. En cierta forma, estaba contento de que me atacara otra vez...había olvidado su dolor durante demasiado tiempo, y esta era la única clase de recompensa que yo le podía dar. Siempre, en todos sitios, hay alguna voz que solloza desde una torre.

No hay comentarios: