cuando estás a punto de vomitar hay pocas cosas que importen. una es dónde vas verterte. otra, quizás, es si en algún momento dejarás de hacerlo o el vómito va a ser infinito.
yo siempre me quedo mareada junto a la taza, deseando por favor que se acabe el malestar que me agarra por dentro y no me suelta.
a veces voy y vuelvo del cuarto de baño, el vómito no sale. hasta que, al fin y después de pensar en alguna cosa asquerosa, noto el líquido grumoso subiéndome por el esófago y la garganta. la boca por fin se abre.
y entonces, es divertido adivinar si lo que hay ahí abajo son los macarrones o las patatas fritas.