martes, 30 de octubre de 2007

burning woman

Quiero mi hueco. Hundirme en tu cuello. Sentir calor cuando duermo.

Encontrarte entre la gente y mirarte a la cara. Las pieles blancas entre las sábanas.

Pasarnos la vida con la boca. Vivir entre palabras.

Porque quiero envolverlo todo de papel rojo y suave. Jugar a los gatos. No puedo evitarlo.

No hablo del pasado, hablo de un puñado de futuro para rozarme los labios.

(Sé que quemo, pero al menos sabes que nunca te faltaría el fuego)

sábado, 27 de octubre de 2007

Sylvia

Felicidades, Sylvia. Puede que aún vivieras, y entonces yo hubiera hecho un viaje, puede que a Londes o Boston o a donde quiera que fuera que vivieras ahora, para verte. Para poder sentarme delante de ti y hablar de libros y de poemas y de chicas que llegan a ciudades grandes cargadas de sueños y de ganas de escribir. Para hablar de nuestros veranos en revistas, de mentes que no pueden parar, de las heridas más profundas. Pero sobre todo, iría para darte las gracias. Aunque quién sabe, puede que si ahora estuvieras viva no hubieras escrito como escribiste.

Me gusta saber que pisaste esta ciudad, que paseaste por el centro y te deslumbraste de luz y de ruido. A veces, cuando estudio, me pongo esos poemas tuyos que tengo leídos por ti. Y cuántas veces, buscando alivio, he abierto tu libro por cualquier página y me he dormido repitiendo uno de tus versos. Para mí, es una de las cosas más misteriosas y hermosas: esta unión que siento contigo, a pesar del tiempo y el espacio.

Sí, puede que aún vivieras, tú decidiste no hacerlo y quién soy yo para decir nada. Además, sé que hay inviernos a los que no se sobrevive.

jueves, 25 de octubre de 2007

hasta que no pueda más

Hoy es una de esas noches de fiebre de palabras que apuro hasta que no puedo más. La luna está enorme, yo estoy enorme. Blancas y radiantes, ocultas. Las páginas me hacen sangre. La luna me hace sangre. No puedo hacer nada que no sea dejarme ir. Es como un placer que me duele o un dolor que me hace disfrutar.

Tiemblo en las noches de fiebre.

lunes, 22 de octubre de 2007

multiplicación

y en las sábanas caídas hay un cuerpo sumado a otro cuerpo y bailan la danza terrible del deseo

y al despertar nada parece haber cambiado excepto todo

y cuando llega el momento, cuando al fin llega el momento en que se miran frente a frente, sin luces apagadas ni sábanas caídas ni sumas de por medio, entonces da vértigo

y como todo ha cambiado excepto nada, la ciudad se encarga de volver a sumarles y restarles

en una multiplicación que es infinita

martes, 9 de octubre de 2007

rotuladores

Me hubiera gustado que hoy vieras mis dedos manchados de rotulador.

He acompañado a Patti Smith a urgencias. Nos hemos deprimido. La jodida luz artificial de los tubos blancos, las sillas llenas, la sensación de que la tia de al lado iba a vomitarme encima en cualquier momento...Nos hemos ido sin que nos atendieran. No sé si nos hubieran dado algo para la garganta o una receta de prozac.

Luego me he recorrido un trozo de ciudad y me he sentado a beberme algo bueno. Con un libro, claro. Necesitaba parar un poco para buscarme. El otro día me dije que nunca deja de sorprenderme mi capacidad para hundirme. Esta tarde, mirando por el cristal, he pensado que aún me soprende más mi capacidad para levantarme, mirar hacia delante y lamerme las heridas yo solita. Aunque nada sale gratis...

Después de la ducha, las manchas de rotulador han desaparecido. Y mira que son difíciles de quitar.

lunes, 8 de octubre de 2007

con mi cara de perra herida

Con mi cara de perra herida. Así me he visto en el espejo. Podría mentir, hoy podría mentir. Decir que no me importa, mirar para otro lado, susurrarme pequeñas mentiras antes de acostarme. Pero me he hecho un favor a mí misma y con mi cara de perra herida me he mirado cara a cara y me he dicho unas cuantas verdades.

Ninguna canción me convence esta noche. No más promesas, por favor. Hoy se me mezclan las palabras, los poemas, las fotografías, no sé si fue ayer, hace una semana, seis meses, dos años o esta tarde. Esta noche no sé dónde están las cicatrices, sólo sé que están. No sé si es porque aún lloro cuando recuerdo el día en que me fui de tu casa corriendo, porque me hartan los babosos o porque se me dan mal los ojos azules que me importan.

Pero hay unos trozos de papel que juntos encajan como un puzle. Hay un poema en inglés escrito a boli negro...y lloro con mi cara de perra herida, exactamente igual que entonces.