sábado, 27 de octubre de 2007

Sylvia

Felicidades, Sylvia. Puede que aún vivieras, y entonces yo hubiera hecho un viaje, puede que a Londes o Boston o a donde quiera que fuera que vivieras ahora, para verte. Para poder sentarme delante de ti y hablar de libros y de poemas y de chicas que llegan a ciudades grandes cargadas de sueños y de ganas de escribir. Para hablar de nuestros veranos en revistas, de mentes que no pueden parar, de las heridas más profundas. Pero sobre todo, iría para darte las gracias. Aunque quién sabe, puede que si ahora estuvieras viva no hubieras escrito como escribiste.

Me gusta saber que pisaste esta ciudad, que paseaste por el centro y te deslumbraste de luz y de ruido. A veces, cuando estudio, me pongo esos poemas tuyos que tengo leídos por ti. Y cuántas veces, buscando alivio, he abierto tu libro por cualquier página y me he dormido repitiendo uno de tus versos. Para mí, es una de las cosas más misteriosas y hermosas: esta unión que siento contigo, a pesar del tiempo y el espacio.

Sí, puede que aún vivieras, tú decidiste no hacerlo y quién soy yo para decir nada. Además, sé que hay inviernos a los que no se sobrevive.

No hay comentarios: