Un salto.
Me senté delante de su mesa, así, con decisión. Estaba tranquila, sorprendida de mí misma. Las mesas estaban llenas de personas tecleando que me miraban más o menos de reojo. Preguntas. Respuestas. Bajé por el ascensor con una mueca parecida a una media sonrisa. Había salido bien y lo sabía.
Y es que a veces la vida me lanza hacia delante.
No hay comentarios:
Publicar un comentario