jueves, 14 de junio de 2007

Claro


Me acosté recordando un poema. Una vez dijo amor. Se poblaron sus labios de ceniza. Porque pensé en la distancia que separa y en lo complicado que es querer saber qué pasa por la cabeza o por la piel de otra persona. Soledad, libertad, dos palabras que suelen apoyarse en los hombros heridos del viajero. En los viajes que emprendemos, tantas veces heridos. Y en todo lo que hay detrás de las palabras y de los silencios.La luz se queda siempre detrás de una ventana. Al otro lado de la puerta suele escuchar los pasos de la noche. Como la quietud que había en mi habitación cuando me acosté.

Sabe que le resulta necesario aprender a vivir en otra edad, en otro amor, en otro tiempo... Claro, pensé, y entonces recordé el último verso... tiempo de habitaciones separadas. Claro.

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