miércoles, 30 de enero de 2008

despacio

despacio ando y aprendo. a veces me cuesta contar historias porque todas parecen ser -o quizá lo son- la misma historia. es un bucle de tiempo y tristeza que se enrolla sobre sí mismo sin cesar. esta mañana no sabía lo que decía. me vi tratando de articular palabras con el auricular del teléfono apretándome la oreja. sólo decía tonterías o eso creo o más bien palabras inconexas que querían aparentar no serlo. y me volví a la cama, a enrollarme sobre mi misma. y desperté.

sucede cuando me canso de moverme, de escuchar las cosas que no quiero, de las certezas rebeldes, de esperar las cosas que no llegan. joder, que no llegan. no voy a esperar a las ocho en el lugar de siempre. porque ni hay ocho ni hay lugar de siempre y pocas cosas hay que me gusten tan poco como la cara de tonta después de minutos, horas o días y se me olvide recordar que no hay ocho ni lugar de siempre y que hay pocas cosas que me gusten tan poco como la cara de tonta.

despacio

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