viernes, 25 de mayo de 2007

In-som-nio



A las cuatro de la mañana, la señorita Patti Smith y yo nos pusimos a buscar fórmulas para dormir. A mí me entró la risa floja. Patti Smith me mandaba callar, pero cuánto más lo hacía, más fuerte me reía. Yo quería coger la botella de tequila, pero Patti Smith prefería las hierbas. Además, ya no quedaba tequila. Habíamos llorado un poco. Yo iba en bragas por la casa y Patti Smith revisaba ropa interior ajena. Aullamos un rato.




1 comentario:

Anónimo dijo...

El sueño es tiránico. Es poderoso y autoritario. De repente te golpea, y te deja exhausta, sin fuerzas y semi-inconsciente. No tiene en cuenta tu voluntad. Simplemente llega e impone la suya.
Pero también es cobarde, y huye en cuanto la mente le reta. Y ahí te deja, exhausta, y abandonada a una noche de rapto y de tortura.
Más y más pensamientos vagos, sordos, grises, tristes. Una gota tras otra sobre tu frente, y no puedes escapar. Te revuelves. Estás atada, desesperada, deseando que el sueño venga e imponga su voluntad.
Pero el sueño no sale de su escondrijo, tú misma tendrás que rescatarte. Hierbas y carcajadas ahogadas en un mismo vaso y la mente por fin se cansa. Entonces decide volver el sueño, triunfante, al rescate, atribuyéndose el mérito.
Tú te sometes una vez más a su voluntad, accedes de buena gana esta vez, pero conoces la verdad. Y es que, ni el sueño te ha rescatado, ni sus designios son tan irrevocables como creías. Su poder está en entredicho, y te sientes un poco más libre.